Energía un proyecto para España
La gravedad del cambio climático ha activado dos respuestas positivas que han transformado el contexto internacional. La primera, el Acuerdo de París cuya arquitectura institucional ofrece unas bases sólidas desde las que avanzar en la descarbonización del sistema en los próximos años. La segunda, el hecho de que la transición energética sea ya una realidad fáctica, aunque su alcance se centra de momento en la generación eléctrica.
Las energías renovables no solo forman parte del mainstream, sino que su disruptiva disminución de costes ha revolucionado el sector eléctrico en años recientes. Así, en el año 2016 atrajeron inversiones por un valor de 240.000 millones de dólares. En los cinco últimos años, 2012-2017, han aportado más potencia al sistema eléctrico global que las nucleares y las centrales térmicas de carbón juntas. La Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por su siglas en inglés) estima que existen 8,5 millones de puestos de trabajo directos, 350.000 en Alemania. Además, la Unión Europea ha elaborado una trayectoria de descarbonización para el año 2050 y en esa dirección ha aprobado ambiciosos objetivos de obligado cumplimiento para el año 2030. Y países de referencia como Alemania, Francia y Reino Unido ya han puesto en marcha sus procesos de transición energética mediante una serie de leyes, estrategias, planes y programas. El tren de la transición energética está en marcha y avanza a toda prisa.
Este es el contexto analizado por el Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía (CAPTE) promovido por el Partido Socialista del que formamos parte un grupo de personas independientes, expertas en el ámbito de la energía y el cambio climático. A partir de dicho análisis, se ha formulado un diagnóstico de la situación en nuestro país y se han presentado las bases de una hoja de ruta para la transformación en profundidad del sistema energético en clave de ahorro, eficiencia, renovables, generación distribuida y autoconsumo, vehículos eléctricos, redes inteligentes, micro-redes y empoderamiento de la ciudadanía.
«No cabe descartar un accidente como el de Fukushima Daishi cuyo coste económico ha sobrepasado los 160.000 millones de dólares»
En coherencia con las propuestas de la Unión Europea, se ha formulado un objetivo central de mitigación de emisiones para el año 2050 del 90% respecto a las del año de referencia 1990. En el año 2030, la mitigación habría de ser, al menos, del 20% (partiendo del más 15% actual). La retirada de las centrales de carbón antes de 2025 se considera ineludible, así como el cierre del parque nuclear una vez que las centrales vayan cumpliendo los 40 años de vida. A los partidarios de alargar la vida de estas últimas recordarles que, si bien en nuestro país se supone que son seguras, no cabe descartar un accidente como el de Fukushima Daishi cuyo coste económico ha sobrepasado los 160.000 millones de dólares (a cargo del contribuyente), además de las 80.000 personas que no pueden regresar todavía a sus hogares. Es dudoso que tras un debate informado y transparente la mayoría de la nuestra sociedad sea partidaria de correr ese tipo de riesgos. Ambas tecnologías serán reemplazadas, según nuestra propuesta, por una inversión masiva en renovables, activando el actual parque de centrales de ciclo combinado (25.000 MW) como energía de respaldo. Asimismo, somos partidarios de renovar en profundidad el actual marco regulatorio eléctrico.
España está bien posicionada para ser uno de protagonista relevante de la transición energética global. Décimo cuarta economía mundial, cuenta con instituciones y centros tecnológicos avanzados como el IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía), el CENER (Centro Nacional de las Energías Renovables) y el CECRE (Centro de Control de Energías Renovables), creado y administrado por la empresa Red Eléctrica de España (REE). Asimismo, un importante grupo de empresas nacionales ha logrado destacar en el escenario energético internacional por su capacidad de liderazgo y absorción de nuevas tecnologías. Dichas empresas son, desde hace años, actores globales de primer nivel en el mercado internacional de la tecnología eólica, la solar fotovoltaica y la termoeléctrica. Cuenta, además, con tejido productivo, redes de ciencia, tecnología e innovación, centros de conocimiento, así como con el saber hacer industrial y tecnológico, como para situarse antes del año 2025 entre los países europeos tractores en la transición energética.
Hacer realidad ese potencial precisa leer de forma inteligente el actual shi del contexto internacional, formular una visión a largo plazo y desarrollar una estrategia de país, alineando de forma innovadora y creativa las notables capacidades públicas y privadas existentes. Un formidable proyecto para España que es preciso aprovechar.
Con Información de: El País